CUANDO MILITARES SE ENTERARON QUE QUIENES BUSCABAN A LOS DETENIDOS DESAPARECIDOS EN LA CIUDAD ESTABAN MUY PRÓXIMOS AL HALLAZGO, UNA ORDEN DE PINOCHET HIZO QUE UN EQUIPO DE DESENTERRADORES SACARÁ LOS CUERPOS DE LA FOSA DONDE SE ENCONTRABAN Y, SEGÚN UN INFORME DE LAS FF.AA. EMITIDO DESPUÉS DE LA MESA DE DIALOGO, FUERON ARROJADOS AL MAR. DE ESTE MODO SE GENERABA EL DOBLE CRIMEN DE DESENTERRAR LOS CUERPOS DE LOS ASESINADOS, PARA DESPUÉS HACERLOS DESAPARECER. ACÁ LA HISTORIA DE LA BÚSQUEDA QUE ORIGINÓ LA ORDEN DEL EX DICTADOR.
Por Miguel Ballesteros Candia
A principio de 1979 el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte, envió al Regimiento Húsares de Angol un criptograma calificado de “máxima urgencia” en el cual se le ordenaba al suboficial de inteligencia de esa unidad desenterrar todos los cuerpos de prisioneros políticos ejecutados en la jurisdicción de ese regimiento y hacerlos desaparecer prontamente.
La orden se debía a que en noviembre de 1978 se hallaron los cuerpos de 15 campesinos ejecutados en Lonquén y esto había alarmado al régimen.
Así se daba inicio a la denominada “Operación Retiro de Televisores”. La orden recibida en el regimiento Húsares comenzó a expandirse a todo el país a lo largo de 1979.
Aquel suboficial de inteligencia, aseguró al ex Juez Juan Guzmán que Pinochet amenazó con “pasar a retiro” a cualquier comandante si después de ordenada aquella “limpieza” se descubrían cuerpos de desaparecidos.
En Calama, unos mineros que venían bajando en un camión desde San Pedro de Atacama visualizaron unos cuerpos a unos 20 kilómetros al oriente de la ciudad. Así se tenía una de las pistas más importantes sobre el paradero de los 26 Detenidos Desparecidos en Calama, cuya búsqueda provocaría que la orden dada al regimiento ubicado en Algol, también llegara a Calama.
“El primer intento que se realizó para buscar los cuerpos de los Detenidos Desaparecidos lo realizamos apoyados por el sacerdote Cornelius Lemers, debido a que él se enteró que un minero había visto enterrados unos cadáveres. Contactamos a este señor y la verdad es que este minero tenía mucho miedo y eso parece que le impedía recordar el lugar preciso”, cuenta Tiberio Ugarte, miembro del Partido Comunista, quien participara en la búsqueda de desaparecidos en nuestra ciudad.
“En ese tiempo había que tener mucho valor. Uno sentía el miedo y sabíamos que en cualquier momento si nos encontraban por allá iba a ser difícil que engañáramos a los militares o a los carabineros al decirles en qué andábamos, pero nos interesó harto lo que contó el minero, porque era muy verídico. Lo que pasó es que ellos venían en un camión desde San Pedro y quedaron en pana, por lo cual se bajaron, y como ellos se dedicaban a buscar un carbonato que le llaman “pollita”, que se acumulaba en la tierra, mientras alguien se vino en un vehículo que pasó a Calama a buscar la forma como remolcar el camión, dos o tres de estos mineros se quedaron buscando este carbonato y él se separó un poco del grupo, momento en el cual vio los cuerpos”, plantea Ugarte.
“Fuimos con el minero, pero el lo único que recordaba era un sitio con un pequeño morro y algo de vegetación, a la derecha del camino a san Pedro. La cosa es que cubrimos un espacio grande y no fue posible encontrar nada, se nos vino después la noche y nos dimos cuenta que el hombre estaba perdido y no recordaba bien. Después hicimos varias veces más el intento, ya sin él, y estuvimos durante meses recorriendo con Victoria Saavedra, y Letelier, el esposo de ella. Pero nunca dimos con nada, lo que nos provocaba frustración, además del mismo temor por estar buscando a los detenidos”, recuerda Ugarte. Y agrega que “con el tiempo supimos que estábamos buscando en el lado equivocado. O sea, este minero nos llevó a la derecha, hacia San Pedro de Atacama y la verdad es que los cadáveres siempre estuvieron a la izquierda. Por alguna razón él se equivoco de lado”.
Se dice que esta búsqueda trascendió hasta los altos mandos del Ejército, por lo cual se daba orden de realizar la “Operación Retiro de Televisores” en Calama, en 1979, al mando del jefe de Inteligencia de la I División de Ejército de Antofagasta con un equipo de desenterradores.
“De alguna manera los militares se enteraron de que nosotros estábamos muy próximos a encontrar estos cuerpos que la erosión había ido sacando a luz. De hecho, este minero contaba que se notaba la forma de los cuerpos cuando él los vio. Estaban enterrados todavía, pero se notaban ya sus formas, envueltos en una gran mancha de aceite que había alrededor. Pero se enteraron e intentaron meter máquinas ahí. Años después, cuando se cavó la fosa, el lugar donde siempre estuvieron, quedaban muy pocos restos, salvo pequeños huesitos, dientes, cosas así que no ayudaron mucho a la identificación de los cuerpos”, cuenta el candidato a alcalde de las elecciones de 1996.
Según el informe de las FF.AA. emitido después de la mesa de diálogo, las osamentas de estos prisioneros fueron arrojadas al mar. Eran 26 los desaparecidos, cuyos cadáveres, en su gran mayoría, deben estar en las profundidades del mar, según ese documento. Como contaba Ugarte, se salvaron pequeñas partes. Así también lo ratificó a los medios, cuando fueron encontrados esos restos, quien fuera presidenta de la Agrupación de Familiares de las víctimas de Calama, Victoria Saavedra. En la ocasión, Saavedra detalló que las piezas corresponden a un cráneo semi-destrozado, mandíbulas, algunos dientes y otros huesos. La teoría de la dirigente era que tales restos fueron cayendo de un vehículo cuando fueron desenterrados posteriormente, pero el tiempo y los fuertes vientos cubrieron de nuevo las piezas.
Con esta operación se consumó un doble crimen: desenterrar los cuerpos de los asesinados, para después hacerlos desaparecer.
Hoy en el lugar donde se encontraron estos pocos restos, y de donde fueron retirados los demás, se levanta el Memorial a los Detenidos Desaparecidos con el nombre de las 26 victimas: Mario Argüéllez Toro, Carlos Berger Guralnik, Haroldo Cabrera Abarzúa, Gerónimo Carpanchay Choque, Bernardino Cayo Cayo, Carlos Escobedo Caris, Luis Gahona Ochoa, Daniel Garrido Muñoz, Luis Hernández Neira, Manuel Hidalgo Rivas, Rolando Hoyos Salazar, Domingo Mamani López, David Miranda Luna, Hernán Moreno Villarroel, Luis Moreno Villarroel, Rosario Muñoz Castillo, Víctor Ortega Cuevas, Milton Muño z Muñoz, Rafael Pineda Ibacache, Carlos Piñero Lucero, Sergio Ramírez Espinoza, Fernando Ramírez Sánchez, Alejandro Rodríguez, Roberto Rojas Alcayaga, José Saavedra González, Jorge Yueng Rojas.
El 21 de marzo del 2006 fueron procesados como autores de homicidio 12 oficiales y un suboficial de Ejército de los regimientos de Calama y Copiapó, todos en retiro, quienes en octubre de 1973 participaron en los crímenes de la Caravana de la Muerte, junto al escuadrón comandado por el general Sergio Arellano Stark.
Por las 26 víctimas mencionadas los procesados fueron: coronel (R) Eugenio Rivera Desgroux, ex comandante del Regimiento Calama, brigadier (R) Carlos Lange von Fürstemberg, mayor (R) Carlos Minoletti Arriagada, coronel (R) Víctor Santander Véliz, y el suboficial (R) Jerónimo Rojo.
De esta manera, Calama, y en particular los Detenidos Desaparecidos y sus familias, sufrían otra vez las consecuencias de la tiranía de Augusto Pinochet, quien murió el día en que se celebraba la Declaración Universal de los derechos Humanos, el diez de diciembre del 2006.
Por Miguel Ballesteros Candia
A principio de 1979 el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte, envió al Regimiento Húsares de Angol un criptograma calificado de “máxima urgencia” en el cual se le ordenaba al suboficial de inteligencia de esa unidad desenterrar todos los cuerpos de prisioneros políticos ejecutados en la jurisdicción de ese regimiento y hacerlos desaparecer prontamente.
La orden se debía a que en noviembre de 1978 se hallaron los cuerpos de 15 campesinos ejecutados en Lonquén y esto había alarmado al régimen.
Así se daba inicio a la denominada “Operación Retiro de Televisores”. La orden recibida en el regimiento Húsares comenzó a expandirse a todo el país a lo largo de 1979.
Aquel suboficial de inteligencia, aseguró al ex Juez Juan Guzmán que Pinochet amenazó con “pasar a retiro” a cualquier comandante si después de ordenada aquella “limpieza” se descubrían cuerpos de desaparecidos.
En Calama, unos mineros que venían bajando en un camión desde San Pedro de Atacama visualizaron unos cuerpos a unos 20 kilómetros al oriente de la ciudad. Así se tenía una de las pistas más importantes sobre el paradero de los 26 Detenidos Desparecidos en Calama, cuya búsqueda provocaría que la orden dada al regimiento ubicado en Algol, también llegara a Calama.
“El primer intento que se realizó para buscar los cuerpos de los Detenidos Desaparecidos lo realizamos apoyados por el sacerdote Cornelius Lemers, debido a que él se enteró que un minero había visto enterrados unos cadáveres. Contactamos a este señor y la verdad es que este minero tenía mucho miedo y eso parece que le impedía recordar el lugar preciso”, cuenta Tiberio Ugarte, miembro del Partido Comunista, quien participara en la búsqueda de desaparecidos en nuestra ciudad.
“En ese tiempo había que tener mucho valor. Uno sentía el miedo y sabíamos que en cualquier momento si nos encontraban por allá iba a ser difícil que engañáramos a los militares o a los carabineros al decirles en qué andábamos, pero nos interesó harto lo que contó el minero, porque era muy verídico. Lo que pasó es que ellos venían en un camión desde San Pedro y quedaron en pana, por lo cual se bajaron, y como ellos se dedicaban a buscar un carbonato que le llaman “pollita”, que se acumulaba en la tierra, mientras alguien se vino en un vehículo que pasó a Calama a buscar la forma como remolcar el camión, dos o tres de estos mineros se quedaron buscando este carbonato y él se separó un poco del grupo, momento en el cual vio los cuerpos”, plantea Ugarte.
“Fuimos con el minero, pero el lo único que recordaba era un sitio con un pequeño morro y algo de vegetación, a la derecha del camino a san Pedro. La cosa es que cubrimos un espacio grande y no fue posible encontrar nada, se nos vino después la noche y nos dimos cuenta que el hombre estaba perdido y no recordaba bien. Después hicimos varias veces más el intento, ya sin él, y estuvimos durante meses recorriendo con Victoria Saavedra, y Letelier, el esposo de ella. Pero nunca dimos con nada, lo que nos provocaba frustración, además del mismo temor por estar buscando a los detenidos”, recuerda Ugarte. Y agrega que “con el tiempo supimos que estábamos buscando en el lado equivocado. O sea, este minero nos llevó a la derecha, hacia San Pedro de Atacama y la verdad es que los cadáveres siempre estuvieron a la izquierda. Por alguna razón él se equivoco de lado”.
Se dice que esta búsqueda trascendió hasta los altos mandos del Ejército, por lo cual se daba orden de realizar la “Operación Retiro de Televisores” en Calama, en 1979, al mando del jefe de Inteligencia de la I División de Ejército de Antofagasta con un equipo de desenterradores.
“De alguna manera los militares se enteraron de que nosotros estábamos muy próximos a encontrar estos cuerpos que la erosión había ido sacando a luz. De hecho, este minero contaba que se notaba la forma de los cuerpos cuando él los vio. Estaban enterrados todavía, pero se notaban ya sus formas, envueltos en una gran mancha de aceite que había alrededor. Pero se enteraron e intentaron meter máquinas ahí. Años después, cuando se cavó la fosa, el lugar donde siempre estuvieron, quedaban muy pocos restos, salvo pequeños huesitos, dientes, cosas así que no ayudaron mucho a la identificación de los cuerpos”, cuenta el candidato a alcalde de las elecciones de 1996.
Según el informe de las FF.AA. emitido después de la mesa de diálogo, las osamentas de estos prisioneros fueron arrojadas al mar. Eran 26 los desaparecidos, cuyos cadáveres, en su gran mayoría, deben estar en las profundidades del mar, según ese documento. Como contaba Ugarte, se salvaron pequeñas partes. Así también lo ratificó a los medios, cuando fueron encontrados esos restos, quien fuera presidenta de la Agrupación de Familiares de las víctimas de Calama, Victoria Saavedra. En la ocasión, Saavedra detalló que las piezas corresponden a un cráneo semi-destrozado, mandíbulas, algunos dientes y otros huesos. La teoría de la dirigente era que tales restos fueron cayendo de un vehículo cuando fueron desenterrados posteriormente, pero el tiempo y los fuertes vientos cubrieron de nuevo las piezas.
Con esta operación se consumó un doble crimen: desenterrar los cuerpos de los asesinados, para después hacerlos desaparecer.
Hoy en el lugar donde se encontraron estos pocos restos, y de donde fueron retirados los demás, se levanta el Memorial a los Detenidos Desaparecidos con el nombre de las 26 victimas: Mario Argüéllez Toro, Carlos Berger Guralnik, Haroldo Cabrera Abarzúa, Gerónimo Carpanchay Choque, Bernardino Cayo Cayo, Carlos Escobedo Caris, Luis Gahona Ochoa, Daniel Garrido Muñoz, Luis Hernández Neira, Manuel Hidalgo Rivas, Rolando Hoyos Salazar, Domingo Mamani López, David Miranda Luna, Hernán Moreno Villarroel, Luis Moreno Villarroel, Rosario Muñoz Castillo, Víctor Ortega Cuevas, Milton Muño z Muñoz, Rafael Pineda Ibacache, Carlos Piñero Lucero, Sergio Ramírez Espinoza, Fernando Ramírez Sánchez, Alejandro Rodríguez, Roberto Rojas Alcayaga, José Saavedra González, Jorge Yueng Rojas.
El 21 de marzo del 2006 fueron procesados como autores de homicidio 12 oficiales y un suboficial de Ejército de los regimientos de Calama y Copiapó, todos en retiro, quienes en octubre de 1973 participaron en los crímenes de la Caravana de la Muerte, junto al escuadrón comandado por el general Sergio Arellano Stark.
Por las 26 víctimas mencionadas los procesados fueron: coronel (R) Eugenio Rivera Desgroux, ex comandante del Regimiento Calama, brigadier (R) Carlos Lange von Fürstemberg, mayor (R) Carlos Minoletti Arriagada, coronel (R) Víctor Santander Véliz, y el suboficial (R) Jerónimo Rojo.
De esta manera, Calama, y en particular los Detenidos Desaparecidos y sus familias, sufrían otra vez las consecuencias de la tiranía de Augusto Pinochet, quien murió el día en que se celebraba la Declaración Universal de los derechos Humanos, el diez de diciembre del 2006.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario