lunes, 20 de agosto de 2007

Calama City, Hoy: Malabaristas callejeros

Por el Dr. Jaña Gaete


A mi por definición me gustan todas las cosas que a uno lo saquen de la rutina, en este sentido soy amigo de casi cualquier expresión artística, y con eso me refiero no sólo al teatro o la opera –el ballet reconozco que nunca me ha gustado, no puedo tolerar a unos huevones bailando donde no hay como dejar de verles “el paquete” debajo de sus mallas- sino también otras formas más populares.
Recuerdo que hace un par de años atrás iba pasando por Av. Granaderos y me acerqué a un escenario en que una manga de cabros pajeros rapeaban, me quedé un rato y aunque nunca puede entender las cosas que decían, me pareció divertido ver a tanto cabro chico engrupido con su “arte”; o sea desde mi perspectiva la hueá es horrible: no tiene melodía, el ritmo es monótono, no se entiende un carajo lo que dicen y los huenoes más que cantar se dedican a escupir el micrófono, pero pese a todo eso, se valora que estos cabros pungas le pongan amor.
Por lo tanto nadie me podría acusar que soy un viejo culiao con criterio estrecho, pero eso es una cosa y otra la invasión de torrantes autodenominados malabaristas en cada esquina de la ciudad.
La cosa debe haber empezado hace no más de 3 años, primero fue simpático, porque uno o dos giles en toda la ciudad, tirando unas pelotitas al cielo no le hacen mal a nadie. Pese a eso, a mí desde el comienzo no me gustó, hasta me he pasado luces en roja con tal de no topármelos en la primera fila, porque resulta que estos hueones te traspasan toda su expectativa para que les pases una moneda para que puedan seguir chupando, entonces uno está ahí mirando este espectáculo que no he buscado y más encima teniendo que pasarle unas monedas para no quedar como un huevón cagado.
Pero insisto que al comienzo por último tenía la gracia de la novedad. Pero hoy en día la cosa ya es chacra: son por lo menos 50 o más hippies malolientes que se tienen tomadas todas las esquinas de Calama, con sus números fomes y desabridos. Porque eso es otra cosa: los hueones en general son malos malabaristas.
Tenía dudas porque siempre a mi me tocaba, que cuando estaba detenido en una luz roja, al “artista” de la ocasión siempre algo le fallaba, y alguna cosa se le caía, momento en que ponían cara de “pucha, justó le tocó a usted este pequeño error”, cosa que en general a la gente le da más lastima y le tiraban su moneda como solidarizando con el traspié. Por eso hace un par de semanas me instalé un rato a ver uno de estos números –un rasta que hacía malabares con unas especies de palitroques- en una esquina del centro: de las 10 veces que hizo su acto ¡¡¡8 veces se le caía un palitroque!!!... o sea estafa total.
Lo más patético son en general las mujeres que acompañan a estos patanes: he visto a varias que se instalan en las esquinas con una bandera en cada mano moviéndola en forma circular hacia delante… Y ESO???!!! Se supone que hay en ello alguna dificultad???... nada, sólo hacer el loco y darle un revestimiento de “trabajo” al vulgar macheteo en contra de los calameños.
Es probable que algunos se extrañen de mis comentarios. Alguien dirá por ahí que me sumo a los sacos de hueva que alegan contra “los afuerinos”, nada más lejos de mi intención. Lo que pasa es que un mínimo de nivel debe uno exigirle a los que andan por acá tratando de traer algo de belleza a esta tierra. Ya suficiente tiene uno con la fealdad ambiente –autos tunning, reggeton, pulsera de los santos- como para además tener que estar soportando estos cuicos hediondos, que andan por Chile buscando su destino y engrupiéndose a la fauna local que además los debe mantener para que puedan seguir chupando y viviendo a la bolsa.
Váyanse a la chucha. De mi bolsillo ni una moneda más.
doctorjanagaete@gmail.com

No hay comentarios.: