lunes, 20 de agosto de 2007

Calama City, Hoy: SUICIDAS

Por el Dr. J.K. Jaña Gaete


Supe por ahí que los pelotudos que dirigen este periódico han recibido varias cartas quejándose por mi columna anterior sobre el aniversario de Calama. Al respecto sólo puedo declarar dos cosas. La primera es que me importa un pico lo que piense un grupo de patrioteros pajeros, respecto a la osadía de cuestionar el origen punga de Calama, y lo segundo es que hay que ser realmente muy huevón para echarle la culpa a los “afuerinos” de todos los males. Calama entera ES AFUERINA. Por definición, lo únicos que son de aquí, son un puñado de indios chupa-pico del Estado, y después de ellos los dueños de este pedazo de polvo con cobre son los bolivianos que los milicos echaron de aquí. Así que como llevo más de 25 años en la zona, me siento tan calameño como el que más.
Entonces para los que tienen el potito sensible para escuchar cuando un viejo habla verdades, mejor voy a partir por la conclusión de esta columna: Yo soy un defensor de los suicidas. Así que los que se escandalizan con las cosas que escribo, mejor váyanse al mall a comprar un regalo para el día de la madre y dejen de leer a este amargo servidor, pa que después no me agarren a puteadas por la calle o me llenen de cartas ofensivas
Obviamente nadie se alegra cuando alguien se suicida, sin embargo yo a mis años me doy cuenta que muchas veces la decisión de despacharse pal otro lado puede ser una manera más digna de irse, y no lo digo solo en caso de enfermedades, sino cuando una se da cuenta que lo está pasando mal y que la cosa ya no tiene vuelta.
Sin embargo más allá de las consideraciones personales que uno pueda tener por el tema, a mí le que siempre me ha llamado la atención es la relación morbosa que los calameños tenemos con el suicidio: en el fondo nos fascina el asunto. De alguna manera es un elemento de identidad comunitaria que llevamos en la piel. Más de una vez he visto algún paisano contándole a algún afuerino de paso, con la cara compungida “las altas tasas de suicidio de la ciudad”. Como que nos llena de un extraño honor ser una de las ciudades con mayor cantidad de giles que se matan. Un viejo amigo mío decía que la muerte cercana siempre tiene algo de solemnidad que resulta atractiva. Entonces los calameños somos como la viuda triste cada vez aparece algún pobre diablo colgado por ahí.
En todas partes del mundo se suicida gente, pero solo aquí se hace un festín de cada muertito. Partiendo por los diarios de la ciudad que pareciera que están esperando con los dedos cruzados que aparezca otro fiambre que les permita poner el titular con “el nuevo computo”... “y ya van 10 suicidios en el año”... “superamos la cantidad de suicidios de los últimos 5 años”... “record de suicidios en marzo”, etc, etc. O sea felices los huevones que haya harto muerto para vender muchos diarios.
¿Iniciativas ciudadanas? Pico!... a nadie le interesa realmente, lo importante es poner cara de intelectual y tratar de esbozar alguna teoría del por qué. Después de un par de días de nuevo a cruzar los dedos para que esas teorías se comprueben y podamos seguir llenando paginas y minutos de conversa. Ahhh, pero cuidado si alguien se le ocurre decir algo “en contra de Calama” porque ahí aparecen los mismos huevones que se pegan en el pecho por esta “triste realidad” pero que no son capaces de sumar 2 + 2 y ver como el alma de nuestra ciudad se cae a pedazos.
Así que le voy a proponer a las autoridades que mejor asumamos derechamente el suicidio como parte de nuestra idiosincrasia (así como ya asumimos el olor a caca como algo permanente) y le hagamos un monumento -así como ya en el paseo Ramírez se le hizo una pileta como homenaje a la impotencia masculina-, que podría estar ubicado en la puerta del nuevo casino para así darle un sentido de ciudad a toda la obra.
¿No entendieron?... tarea pa' la casa los hueones. Ahora me voy dormir que amanecí medio idiota y encañado.
doctorjanagaete@gmail.com

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