lunes, 20 de agosto de 2007

“Para que no vuelva a suceder una dictadura, debiéramos ser capaces de reconstituir también una historia desde un punto de vista más ciudadano"

Hablamos con el ex candidato a senador por la región Salvador Barrientes.Plantea que son tres hechos los que marcan la vida de las víctimas de derechos humanos en nuestra ciudad, los ejecutados políticos de Octubre 1973, los Relegados de Conchi, y por cierto el tema que destapó el Zorro Polémico en ediciones anteriores, la firma de una lista por el Sí por los 300 ejecutivos de Codelco Chile, previo al plebiscito del 89. Para el economista, es necesario que sea justamente el entorno de dichas víctimas, quienes entreguen mayores antecedentes para la reconstrucción de estas historias, a partir de un relato más ciudadano. Ésta es su opinión.

“El tema es que el tratamiento de dicha noticia es más profundo que sencillamente publicar parte o la totalidad de los 300 supervisores y ejecutivos de esa época que firmaron la lista que llamaba a votar Sí en los días anteriores al plebiscito, y que salió publicada en el Mercurio de Calama. ¿A qué me refiero? Está largamente comprobado que la inmensa mayoría de ellos fueron presionados por sus diversas jefaturas, amenazados con despidos y otras cosas peores en caso que se negaran a firmar. Lo que no puede parecer con una lógica básica para mucha gente, dado que esto se dio en las postrimerías de la Dictadura militar de Pinochet, donde la gran mayoría de la gente había superado el miedo, incluso ya habían protestas en las calles, movilizaciones nacionales, en fin. Precisamente este el tema de fondo, los miedos tanto colectivos como personales que existían, es decir, lo que seguramente para generaciones denominadas comúnmente los hijos de Pinochet, su temor era de naturaleza distinta a aquellos que somos contemporáneos al golpe militar. Yo conozco cientos de casos de gente que en la práctica durante 17 años vivió con pánico, producto que a su vecino le habían allanado la casa, tuvo un familiar detenido o porque ellos mismo fueron detenidos y torturados. Uno debe recordar que los primeros momentos de la represión fueron desproporcionados, porque apuntaban al objetivo de imprimir terror en el conjunto de la población, para someterla a una ocupación militar de un país en guerra, y por lo tanto los miedos permanecieron y no sucumbieron hasta muy después de terminada la tiranía. Creo que como Calama nos falta ver ese lado mayoritario del pánico, del miedo, del terror vivido. Insisto, hay que desprendernos de nuestras circunstancias personales, yo hablo con mucha propiedad sobre este tema, porque estuve 4 o 5 veces detenido, torturado, estoy incluso en el informe Valech que respalda mis palabras. Interesante revelar es que no hemos hecho la sanación de este tipo de situaciones como país, desde este punto de vista uno puede considerar que el artículo del Zorro Polémico sobre los ejecutivos fue un aporte, ya que saca al tapete un tema que no se ha discutido ni analizado profundamente. Sería interesante saber, por ejemplo, ¿Cuántos de esos profesionales estarían dispuestos a decir con nombre y apellido quién los presiono? ¿Quién los amenazó? Talvez las páginas del Zorro podrían ser un buen espacio para este verdadero misterio. Soy un firme convencido en que la inmensa mayoría de los que firmó fue bajo presión. Otros, la minoría, lo hicieron con mucho gusto.

Ejecutados Políticos en Calama
El 19 de Octubre de 1973 la comitiva encabezada por Sergio Arellano Stark retiró a 26 detenidos desde la cárcel de Calama. Los llevaron al desierto, encapuchados y amarrados. Allí, sin previo juicio, fueron flagelados y masacrados sin piedad. Luego de la cobarde carnicería, sepultaron sus cuerpos en fosas clandestinas. De ellos solamente 13 fueron encontrados. Sin embargo, sabemos tan poco de ellos en su condición de ciudadanos, de personas. Tenemos la tendencia de calificarlos como ejecutados políticos y no ahondamos en el contexto que ellos vivieron, en sus trabajos, en la profesión que desarrollaban. Es lógico, relevamos sus características personales desde el punto de vista de su militancia política, las condiciones trágicas de sus muertes. Por ejemplo, José Gregorio Saavedra González, 17 años, estudiante de educación media. Dirigente estudiantil del MIR y FER. Detenido bajo falsos cargos de terrorismo, fue torturado, mutilado y asesinado por agentes de la dictadura de Pinochet y la Caravana de la Muerte. De su cuerpo, sólo se encontró un trozo de su mandíbula y su pie derecho en la fosa de la Quebrada del Buitre. El resto se sus osamentas aún están desaparecidas.
Eso sabemos, pero, ¿Qué opinan, sienten, recuerdan sus compañeros de curso de esos años?. Nos falta eso, ese relato más ciudadano, urbano. Nos falta porque aún está reducido a los familiares de las víctimas, al dolor más inmediato, y para que efectivamente nunca más vuelva a suceder una dictadura como la de Pinochet, debiéramos ser capaces de reconstituir también una historia, desde este punto de vista, de esta mirada que es distinta,

Conchi
Uno de los dolores menos conocidos en Calama, y que incluso pertenece a su idiosincrasia, si nos remitimos al informe Valech, encontramos una historia no contada como corresponde, más aún, las víctimas de esta represión que sucedió en el año 78, no se sentían hasta hace poco como tales, nos referimos a los mal llamado “Relegados de Conchi”. ¿Por qué digo mal llamados Relegados de Conchi”, porque eso fue a juicio del informe Valech y a juicio de los estándares que califican este tipo de hecho como prisión política y tortura. ¡No fue una relegación¡ No fue llevar un centenar de individuos a una ciudad en el extremo sur del país, que permanecieran dentro de las fronteras de la ciudad. No. Aquí los llevaron a un campamento militar de detenidos en la represa Conchi, sin juicio, sin defensa, sin cargos, es decir, una detención política. Literalmente muchos de ellos firmaron sus finiquitos a punta de revolver y fueron separados de Chuquicamata por años, ellos recuperaron sus trabajos recién en el año 90, por lo tanto ahí hay harto que investigar, es parte de la sanación, crearles un espacio para que las víctimas de esta tremenda represión que los dejó atemorizados, en un permanente estado de pánico colectivo a todos los trabajadores y profesionales de lo que era Chuquicamata. No se ha hablado lo suficiente, por ejemplo, no sabemos quiénes son todos los relegados de Conchi, no sabemos cuanto tiempo permanecieron ahí, no le hemos consultado a sus familias para saber que sintieron cuando no estuvieron sus padres, sus hermanos, sus hijos.
Creo que en primer lugar la responsabilidad para que esto se sepa es de las autoridades, los organismos de gobierno, tanto de la época como los actuales. ¿Por qué? Porque los llamados a resguardar y respetar este bien supremo colectivo del derecho de la vida, de los derechos humanos son precisamente el Estado y sus representantes a todo nivel, y cierta cuota de responsabilidad también a los sectores de izquierda y de derechos humanos, y porque no decirlo también los propios afectados, tenemos la tendencia los que hemos sido víctimas de los atropellos no constatar nuestra realidad individual y ver a otras víctimas. Es como una malentendida vergüenza, es como decir, a pesar de lo que me sucedió. Tenemos la obligación de conocer la lista de los relegados, cómo fueron sacados de sus casas y puestos de trabajo, si efectivamente fueron llevados en camiones militares a la represa, en fin.
Estas tres situaciones que hemos mencionado: la lista de los ejecutivos por el sí, lo ejecutados políticos del 73 y los relegados políticos del 78 se han transformado en un secreto colectivo de la ciudad, se han transformado en una verdad incompleta”.

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